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martes, 2 de septiembre de 2008

Haga su cola, por favor...

Si no fuera por Joe, aún estaría ganando entre $108 a $216 al mes. Las demostraciones estaban bien. Me ayudaron en su momento, y agradecí a la señora que me contrató. Pero las necesidades (y/o ambiciones) crecen quiérase o no. En realidad necesitaba trabajar en otra parte, porque esto de trabajar un sábado por ahí, o un domingo por ahí no me llamaba tanto. Sobre todo porque tienes que estar parada 6 horas. En este nuevo empleo tampoco me siento, pero son 5 horas, el ambiente es mejor, el prestigio vale la pena, y la paga también.

Después de los 3 días de capacitación en el culo de Vancouver (nótese que era una hora y media de viaje hasta Richmond), empecé como cajera en el London Drugs de West Broadway. Ahí es donde trabaja Joe, y me ayudó a entrar desde el principio. Es bueno conocer a alguien en un trabajo que es nuevo. Su personalidad tan extrovertida ayuda a que todos tengan algo qué decir. Incluso yo, con mi roche a hablar y que se me salgan mis motes.

Los dos primeros días fueron geniales. Ni me percaté del paso de las horas. Muchos empleados decían que para ser nueva, lo hacía bastante bien. Para el tercer día, ya tenía la caja para mí sola. Solita!

Uno ve a las cajeras de Wong o Metro y dice "ah, qué fácil, pasas el producto por el escáner, y apretas 'Total', y sacas la plata", pero no. Es mucho más que eso. Imagínate que te paguen en dólares americanos. Tienes que pulsar los botones correctos para que te dé buen cambio en moneda canadiense (que aunque parezca lo mismo, no lo es). Luego supongamos que una persona llega con 3, 4, 5 cupones para diferentes productos. Tienes que asegurarte que la fecha del cupón no haya vencido, que el cupón sea hecho en Canadá, y que hayan cogido el producto correcto. Ahora, pongámonos que escaneas tooodos los 40 productos del cliente, y que al final te dice "sabes qué? no quiero tal y cual producto. Sácalo de la cuenta". Qué bonito, no?

Lo que nunca imaginé que sería una odisea era cómo preparar las bolsas. Es una vaina! Es como tener 3 brazos. Abrir una bolsa, y meter los productos es lo más dificil. Son tan escurridizas. Si abres una oreja de la bolsa, la otra se sale; y así... Con la práctica (y un poquito de paciencia) logras dominar el arte de las bolsas de plástico.

Pero a lo que nunca le quitarán el trono del peor fastidio de todos son las quejas de los clientes. Se quejan porque les diste 20 centavos menos, o porque se demoraron en ayudarle a llevar las bolsas a su carro, o porque la cola está inmensa, con 7 u 8 personas, y la tía que está en la caja pagando quiere darte el cambio exacto para los $4.47 que tiene que pagar. A ver, a ver, diez centavos, veinte centavos, cuarenta y cinco centavos, cincuenta centavos, sesenta centavos, un dólar, dos dólares, tres dólares, tres dólares y veinticinco, trés dólares y cincuenta, tres dólares y setenta y cinco, cuatro dólares, cuatro dólares y un centavo, cuatro dólares y dos centavos, cuatro dólares y tres centavos, cuatro dólares y cuatro... ay, perdí la cuenta, espéreme, cuento de nuevo... Diez centavos, veinte centavos...

A pesar de los momentos (y clientes) fastidiosos, hay algunos otros que hace que valga la pena trabajar donde estas.

No me puedo quejar. En verdad me gusta mi trabajo. Aunque sé que Servicio al Cliente no es lo mío, y no moriré haciendo eso, por ahora lo disfruto bastante.

Mi primer sueldo lo gané cantando en un grupo de música criolla. De cantante a vendedora de libros, de eso a azafata, luego a demostradora y ahora a cajera. No está nada mal. He disfrutado todo lo que he hecho. Sé que seguiré juntando historias qué contar.



1 comentario:

La última choza dijo...

ESTOY ORGULLOSA DE TI
Es todo,

Tania Lucia