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martes, 2 de septiembre de 2008

Menos palabras

Estaba yo en mi época de atacar mi timidez, y era hora de hablarle a un metalero. Zayra y yo nos habíamos propuesto conocer chicos (o gente en general) que les guste el metal.

Cada vez que lo veía me convencía más de que sí escuchaba la misma música que yo. Después de todo, no hay muchos chicos con cabello largo por ahí. Él tenía el cabello casi tan largo como el mío (y no tan mal cuidado, lo que me llamó un poco la atención). El dia que decidí hablarle llevaba puesto un polo negro con el estampado de Rata Blanca.

Esté sí es metalero, me dije.

Me levanté de mi pupitre, caminé hacia adelante y me llené de una vergüenza que solo me hizo ir al baño, asolapando mis verdaderas intenciones. Al volver, me senté en mi sitio de nuevo. Como el profesor aún no venía, quise intentarlo de nuevo.

No seas maricona, pensé.

Me levanté de nuevo, caminé hacia él, y me senté en el pupitre que estaba delante de él. Me miró, esperando la pregunta, y esta fue "has escuchado Rata Blanca?". Está bien que llevara el polo, pero al menos debía descartar que se tratara de un posero. Me dijo que sí. Luego, la pregunta clave fue "te gusta el metal?". Con una sonrisa un poco nerviosa me dijo que había escuchado a los antiguos, pero que no era su género favorito. "Yo voy más para el rock", me explicó. Y yo, toda arrochada, le dije "aah, pensé que sí, por el polo que llevas puesto".

Intercambiamos un par de frases más que ahora no recuerdo muy bien, pero una compañera nos interrumpió. Después llegó el profesor, y así empezamos con el "hola" algunos días que siguieron.

A veces pienso que debí quedarme atrapada en mi timidez.

Meses después nos volvimos patas, y un poco después, inseparables.

No hay palabras, desafortunadamente, para explicar todo lo que él significa para mí (y yo para él). Todo lo que siento, todo lo que sueño, todo lo que digo, todo lo que pienso por Javier. Honestamente, nunca he conocido a alguien así. Desde que yo era muy chiquita, he soñado con el clásico 'príncipe azul', inconcientemente. Ese que de la nada te dice "qué bella estas hoy", o el que un día de pronto deja sus cosas de lado y sólo está para ti. No porque sea tu cumpleaños. No porque sea Navidad. Cualquier día es el ideal para ser especial. Soñaba con esa persona que pudiera leer tu silencio, tus gestos, entender que aunque hayas dicho una cosa, significaba otra. Yo pensaba que esa persona no existía. Que eran invensiones de Walt Disney, o los hermanos Grimm, o algún colega más por ahí.

Una mujer sueña con estas cosas, aunque algunas ni siquiera se den cuenta que lo desean. Y luego, al aterrizar, te sientes tan estúpida pues tu mente anda por las nubes, que te ríes de ti misma y la "gran imaginación" que tienes. Sí, sí, toda mujer llega a ese nivel. Al fin y al cabo, sacudes la cabeza y sigues en la realidad.

Seguramente no todos tenemos el mismo 'príncipe azul' en mente, pero el mío había llegado.

Son cojudeces eso de que sientes cuando el amor es verdadero en ti. Pero cojudo serás por estar enamorado. Es algo tan tontamente maravilloso que, ¡carajo!, es cierto.

No quiero excusarme. No estoy en condición de hacerlo. Me equivoqué, sí. Talves manipulé de más lo que sentías por mí. Quise llevar el control de todo, y me quedé casi con nada. Todas las disculpas del universo no bastan, por eso no me molestaré en utilizarlas. No eres perfecto, pero sospecho insistentemente que no te merezco. Esta vez, si nuestro coche sigue andando, no diré más: te mostraré más, te demostraré más.

Contigo conocí el sobrelímite de la existencia humana. Más allá de ti, aunque suene cursi, sólo quedan mediocres.

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