For the English version of this blog, please visit The Lost Elysium

sábado, 1 de noviembre de 2008

A lo Peter Pan

Nunca había notado mi crecimiento. Aunque no soy muy alta, me refiero al crecimiento espiritual.

Desde 1ro de secundaria, recuerdo tener decisiones maduras. Nunca me forzaron a tomarlas, era simplemente la manera en que yo veía las cosas, y cómo las sentía y solucionaba. A los 12 años ya tenía una pequeña adulta dentro mío. No por completo, claro. Aún estaba muy verde para ser completamente madura. Pero mis berrinches se hacían cada vez menos frecuentes. Mucho de esto se lo debo a que mi familia no me engreía tanto. Mi abuela no fue de las q me dejaba ver televisión si mi mamá me habia dicho que no. Mis tías y tíos no eran de los que me daban un dulce por haberme portado mal. Mis padres no eran de los que me dieran mucha bola cuando me encaprichaba con algo. Siempre fueron todos un poco estrictos en ese aspecto. Y talvez por eso crecí un poco más rápido con la mente en la Tierra.

Como era parte de mi infancia y adolescencia, no la sentí. Cuando mis profesores de secundaria me comentaban que yo era una chica madura, no entendía porqué se sorprendían tanto, si siempre había sido así. Notaba la clara diferencia que tenía con mis compañeros de grado, pero era algo normal, una cosa de todos los días.

Cuando entré a la universidad, recuerdo que me sentí aún muy niña porque todos eran mayores que yo. Tenía miedo de hacer el ridículo por pensar todavía como una colegiala. El alivio fue grande cuando me di cuenta que aunque los cuerpos de mis futuros colegas eran inmensos, su cerebro estaba vacío... o lleno de estupideces.

Pasando el tiempo, me sentí encajar en mi edad. Conocí gente que valía la pena conocer, con las que pasé horas de horas charlando, riéndome, intercambiando ideas y tareas; y horas de hueveo también.

El tiempo pasó, las cosas cambiaron, y al parecer ahora tengo el síndrome de Peter Pan. Las responsabilidades me empiezan a llover, y yo simplemente no quiero crecer más. Comienzo a hacer berrinches que antes no hacía, y sospecho que es mi manera de protegerme de mi realidad. Ser adulto sucks! Pero como el tiempo no se puede retroceder, y para sobrevivir en la jungla, debes acomodarte a los cambios, como decía Darwin.

Trabajar, y pagarme mis propias cosas me duele muchísimo, porque estaba acostumbrada a que mis papás me den todo. Nunca les pedí excesos porque me daba vergüenza andar de pedilona. Pero ahora ya no tengo ese privilegio. Con las justas estoy manejando mi propia economía, y ahora mis decisiones son más mías que nunca.

Hace unos minutos mi papá me ha comentado que "debería tratar" de darle una propina a mi hermana, que él y mi mamá ya lo hacen, y que "sería bueno" que yo también lo haga. Oe, o sea, ¡aguanta!: ella es tu hija, no la mía. Es más, ¿¿dónde está MI propina??. Yo también soy tu hija, ¿¡no!? Tssss... ¡qué tal raza! Acabo de tener un aumento de sueldo de 12 centavos, y me vienes con esas. No, no, no. Claudia de hambre y frío no se va a morir, y si algún día voy a dar propina, será a mis propios hijos o a mis ahijados (si es que tengo amigos o primos lo suficientemente locos como para que se les ocurra proponerme como madrina de sus hijos). Por algo ella tiene a sus dos papás que trabajan, ¿¿noo??