For the English version of this blog, please visit The Lost Elysium

miércoles, 15 de octubre de 2008

Rendición: pobreza en el alma

Hoy es el Blog Action Day, y el tema de este año es la pobreza. Me interesó mucho participar en esta actividad cibernética, y me inscribí. Sin embargo, el tiempo se me pasó volando, y hoy al abrir mi cuenta me dicen que este es el día fijado. Aunque no tenía ni la más mínima idea de que poner en esta entrada, de pronto sentí que puedo mezclarlo con algo que he tenido en la cabeza desde hace un par de semanas: rendición.

Venir a Canadá fue un gran paso. Nos esperaban muchas oportunidades laborales, educativas, culturales y de crecer como persona. No obstante, no fue (ni sigue siendo) fácil. No voy a rajar de esta sociedad, porque hace un par de días fue Thanksgiving y empecé el dia agradeciendo por tener un techo sobre mi cabeza; pero seamos honestos, dejar tu vida atrás no es cosa que se toma a la ligera.

Nos ha costado a todos nosotros salir adelante. Yo me impresiono mucho cuando conozco a gente en mis clases que han venido a Canadá hace dos o tres años, y recién estan tomando las clases, o recién van a conseguir trabajo. Muchos de ellos, incluso, recién van a sacar un permiso legal para quedarse aqui. Cuando me preguntan cuanto tiempo llevo en Canadá, la mayoria se admira de que esté aqui tan poco, y que ya haya avanzado tanto. Y es cierto, vinimos con el deseo de éxito entre ceja y ceja. Solo un postulante a la San Marcos o a la Uni que ya ha pasado por ese examen de admisión 5 o 6 veces sabe lo que es estar "encaprichado" con motivo con algo.

Pero no todos son asi. Algunos tienen -talves- más suerte que otros.

En la casa donde yo vivo, hay dos familias más. Cabe aclarar que yo vivo en un sótano (vamos, la renta en Vancouver es cara). El departamento de nuestro costado, que también esta en el sótano tiene un solo dormitorio, y hasta hace un mes vivía una señora de Winnipeg (al medio de Canadá, donde el frio es más cruel). Al irse, vinieron una familia de filipinos a los que aun no conocemos. Por otro lado, en el piso principal de la casa vive una familia india que vino desde Holanda hace un par de meses. Cuando los conocí, me sorprendió que hablaran tan bien el inglés, y que casi no tuvieran acento punjabi. No hicimos mucha amistad con ellos porque en mi familia no tenemos la costumbre de conocer a los vecinos y hacernos patas.

Hace un par de semanas, la dueña de la casa nos dijo que los que ahora vivian al costado nuestro, los filipinos, pronto se irían de ahí. La señora y su hija iban a volver a las Filipinas, porque decían que no se habian acostumbrado a estar aqui. Como recién llegados, nos dio un poco de pena que no hayan podido asimilar el ambiente vancouverita, recordando lo dificil que fue (y aun es) estar en un pais que no conoces, donde todo el nuevo, hasta tu vida. Unos minutos después, la dueña también nos comentó que los del piso principal iban a volver a Holanda, que la señora ya se habia ido, y que arriba solo estaban viviendo el señor con sus dos hijas. Personalmente, pude sentir la frustración que seguramente ellos sintieron al tomar la decisión de volver. Sobre todo porque ellos ya habian traido sus cosas desde Europa hasta acá. Quiere decir que en verdad habian puesto sus esperanzas en esta tierra, y ahora se habian dado cuenta que tenian que regresar.

A veces, la tierra te llama a gritos, y no puedes ignorarla por más que intentas. Dentro tuyo te creas una fortaleza que es muy grande, unas ganas inmensas de conseguir todos tus propósitos; y algunas veces, el camino es demasiado largo, y no puedes mantener los brazos arriba. Extrañar tu tierra, tu familia, tus amigos, tu cultura, tu comida... es tener un huequito en el corazón, por donde se cuela toda tu fuerza, tus esperanzas, tus energías. Poco a poco te quedas vacío, y sientes una soledad por dentro, que no perteneces donde estas, y aunque sabes que en la misma ciudad hay miles de personas que estan pasando o han pasado lo mismo que tú, sabes también que eso no va a regresarte todo lo que extrañas. Sientes que no tienes nada, y esa impotencia a poder remediarlo te hace retroceder. La pobreza es muy insoportable, y a veces no tiene sentido continuar así. Y no me refiero a la monetaria (aunque muchos pasamos por eso al principio), sino a la espiritual. A veces, no hay más remedio que rendirse, dar un paso al costado, dejar que las grandes espectativas tomen un camino diferente, y coger las maletas y volver a donde el corazón llama.

Hay quienes tenemos el privilegio de salir de donde estamos, y arreglar nuestra situación, sea cual fuere. Sin embargo, hay millones de personas en el mundo (y sin ir mas lejos, a unos cuantos kilómetros de nuestras casas) que no tienen la posibilidad de tomar una decisión por su cuenta, y hacer lo que quieran. Personas que deben dormir con el estómago vacío, y aun así agradecen a Dios por haberles dado vida, por darles manos y pies para trabajar, por tener a veces un techo bajo el cual refugiarse.

No siempre la vida se arregla comprando un boleto de vuelta, o morirte en plata y ser miserable. A veces la pobreza no se fija en contrastes.

1 comentario:

La última choza dijo...

katia villa quiero ir a verte YA!
cada vez que me topo con alguna deslealtad me acuerdo de ti
NADIE MAS FIEL QUE TU! nadie o como decimos los peruanos nadies
o en su variante mas bizarra
NADIESES